dijous, 19 d’abril del 2012

CARTA AL REY


Granollers a 18 de abril del 2012

Excmo. Sr. Jefe de la casa de S. M. el Rey Don Rafael Spottorno Díaz-Caro
Palacio de la Zarzuela
Madrid
Excelentísimo Sr. Don Juan Carlos l Rey de España 


Me dirijo a V. M. Su Majestad con el fin de hacerle llegar mi absoluto respeto y sincero vasallaje a la vez que mostrar la más humillante vergüenza ajena ante el asedio a la que su persona, y por ende la representación institucional que con ella ejerce, han sido objeto en los últimos días. La anecdótica matanza de un elefante, en su tiempo de ocio y descanso y muy a pesar de un país en quiebra producto de irresponsabilidades de otros, no puede instrumentalizarse de similar manera para acometer contra la monarquía borbónica española de la cual usted es legal descendiente i fiel ejemplo. Recuerde su pueblo que siempre ha nadado en las aguas de la miseria, y solo bajo su mandato han sido vilmente engañados por unas ansias de riqueza de imaginación desbordante.
Gustaría de citar, con vuestra aquiescencia, a Arthur Schopenhauer y su “cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa”. La gran mayoría de los oriundos de su amada España, han sido víctimas de la malévola manipulación de la arcaica resistencia republicana y la obsoleta extrema derecha.
Haría bien el pueblo de voltear la cabeza para otear en un horizonte no muy lejano los servicios prestados por su Majestad, y en muestra de agradecimiento, jurar pleitesía eterna. Muy a pesar de los ejércitos revolucionarios, no se preocupe su excelencia, los españoles cuando quieren, quieren de verdad. Y olvidada semejante sandez arquearan de nuevo su espalda ante vuestro paso.
Bueno seria, que todos y cada uno de nosotros evocáramos su nacimiento en Roma, lejos de su España, fruto de un exilio obligado por la proclamación de la Segunda República. Hubo de soportar estoicamente que un dictador, Francisco Franco, accediera a su entrada en el país para cursar estudios a los 10 años. ¿Recuerda su majestad aquellas vacaciones de Semana Santa, en la residencia en Villa Giralda, cuando por accidente le disparó a su hermano menor Alfonso? Tristes recuerdos de coincidencia absurda en estos dias.
Muchos olvidan el esfuerzo ejercido por su majestad a partir de aquella proclamación que le reconocía como Rey de España y le otorgaba la jefatura del estado. Era un 22 de noviembre de 1975. Una transición que requería de gran tesón ante cualquier decisión con tambores de guerra acechando amenazantes. Determinación acertada la de sustituir al Sr. Carlos Arias Navarro y nombrar al Sr. Adolfo Suárez como presidente del gobierno. Más tarde permitió la legalización del comunismo, las primeras elecciones generales y la aprobación de la Constitución Española.
Su calidad democrática le permitió hacer frente a un intento de golpe de estado y la llegada al gobierno por primera vez de un partido de izquierdas con Felipe González al frente. Imagino su desencanto con tan altivo Sr. José Maria Aznar y tan desparecido, en su último mandato, Sr. Jose Luís Rodríguez Zapatero. Ahora debe aceptar a un Rajoy que se intuye débil para defender el honor de España y saludar a una nueva época de olvido a tan dramática situación. España es lo que usted le ha permitido.
Últimamente, parecen desconocerlo sus ciudadanos, ha debido su Majestad lidiar con inverosímiles vicisitudes familiares. Dicen que los amigos son la familia que uno escoge; haría bien su Majestad de acercarse más a ellos que a los verdaderos titulares de dicha distinción. Los primeros le pagan viajes, los segundos le pagan con problemas. ¿Quien le iba a decir a usted que el respetado jugador de balonmano seria acusado de estafa al erario público? ¿Como podía usted imaginar semejante matrimonio de  Doña Elena con Jaime de Marichalar, padre incapaz de evitar que su hijo se dispare en el pie? Y a pesar de su procedencia real, reconocer los valores de una plebeya como Doña Leticia Ortiz y desoír críticas interesadas sobre el color de su sangre para acabar bendiciendo su matrimonio con el futuro monarca Don Felipe de Borbón, hablan por si solas. 
A su edad y semejante servicio al país, este ferviente servidor desearía alejarle de tan absurdas críticas, de tan cruel acoso y persecuciones realizadas en los últimos tiempos. En un mundo real, su edad y su hoja de trabajo le permitirían una jubilación de retiro esperado para gozar de la tranquilidad y el tiempo que merece. No se retrase que pronto la fecha del retiro coincidirá con la de defunción. Reconozco la presión que disponer de linaje y sangre azul ejerce sobre tal decisión. Pero, y siempre pensando en su bienestar, como dijo aquél de envidiables abdominales: váyase Don Juan Carlos! Sea previsor, no les de oportunidad de echarle, y avance su decisión a los proyectos de desalmados y olvidadizos enemigos que pretenden destronarle.
Por cierto, si me permite la osadía, como vasallo autónomo de país en acoso y derribo por vividores, malhechores, corruptos, especuladores y otras especies depredadoras, tan solo un hecho significaría mí baja en la cotización de pernada a la que me veo sometido: que mi descendencia deseara el negocio. Haga usted lo mismo e invente un futuro menos placentero en prebendas pero más alejado de enemigos para su primogénito. Instaure antes de irse un sistema republicano. No lo querían, pues ya lo tienen!
Le creo y le perdono: no lo volverá a hacer. Y recuerde lo que dijo en su día Thomas Jefferson: "Los reyes son como las estrellas: salen y se ponen; cuentan con la veneración del mundo, pero no tienen ningún reposo." Salga usted, repose y no espere a que caiga el trono.

Su eternamente súbdito

Salud 

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