“Bona nit malparit”. Me agradó que por fin te posicionaras en referencia al derecho universal de una declaración de independencia para Catalunya, que te significaras como independentista. Debo suponer que es de corazón, llegaste tarde, mejor tarde que nunca, me hubiera gustado cantarlo contigo hace ya mucho tiempo, oportunidades tuvimos. Cualquier sociedad, de forma democrática y con un amplio consenso social y una mayoría política suficiente, debe reclamar la facultad para decidir su identidad y su futuro.
Me declaro, al igual que tu independentista, no por ir en contra de nada ni de nadie, en absoluto suposición de superioridad, sencillamente por ir a favor de mis sentimientos i ser coherente con mis ideas. Cierto es, que otra España, mas diversa y tolerante, con un mayor reconocimiento a las diferentes realidades existentes y con una pluralidad social, económica i política verdadera, significaría un estar en ella más cómodo que igual rebajaría mis pretensiones. Los continuos ataques y negaciones de sectores españolizadores no ayudan, cada día escoran y reafirman más mis posiciones.
Catalunya responde a un conjunto de verdades que no por negadas, des de amplios sectores del nacionalismo español más radical, dejan de serlo. Una de ellas es la lengua propia, una diferencia idiomática que no es comprensible para sus oídos ni entendida desde su perspectiva de Estado. Allá muchos proclaman uniformidad lingüística, uniformidad que desde aquí debemos negar. Alegan la supuesta debilidad del castellano, debilidad que en realidad es propiedad de la lengua minoritaria, el catalán. Defender su existencia es deber de los estamentos públicos, no ceder ante la inmersión ligüística su obligación. Trabajar para una mayor presencia del catalán en los medios de comunicación, en el cine, en los comercios y en cualquier actividad requiere de dialogo entre las instituciones y los agentes sociales y económicos. No debemos dar un paso atrás en la supervivencia de la riqueza del bilingüismo y ello significa proteger al menor, el catalán. La sociedad también debe jugar su papel, es el de mayor importancia.
Ahora bien, imponer la utilización de uno u otro idioma en la intimidad, me parece caer en sus propias provocaciones, dejarnos llevar por sus argumentos excluyentes, intentar responder con los mismos discursos intolerantes. Eso deseamos, ser como ellos?
¿Si hablara en castellano con mi hija un día cualquiera, dejo de ser catalán? ¿Si en casa, demos por supuesto, utilizáramos el castellano, debo considerarme menos independentista? ¿Si, por tendencias, escucho música en castellano, reniego de la música en catalán? ¿Si no me apetece bailar la sardana significa que me gustan los toros? Por supuesto la respuesta debería ser NO.
Gerard, yo hablo, pienso y siento en catalán en todas partes, a todas horas, en cualquier lugar. Cambio cuando es necesario, si es necesario. Por mi, tu hazlo en la lengua que desees o te sea posible y en lugar y momento en que te sea preciso una o otra. Eso no te hace ni menos catalán, ni más español, llanamente eres más rico lingüísticamente.
No dejes de decir que la independencia de Catalunya es posible aunque lo digas en castellano, no deixis de dir en català que creus que la independència de Catalunya és possible. Dos idiomes, una mateixa reclamació. Si nosaltres no som capaços de reconèixer la realitat del país, com reclamarem que la coneguin més enllà?
Por cierto tenía necesidad de expresarlo en castellano, quiero y puedo, un querer y poder que debemos seguir disfrutando sin renunciar a nada. I ara torno al català, em surt més natural.
Salut
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Tan sols demano respecte, educació i tolerància.